Transporte de cuidados críticos
DIPLOMADO EN AEROMEDICINA Y CUIDADOS CRÍTICOS
Dr. Leopoldo Aguirre Galindo
Tema: trasporte de cuidados críticos
Principios de urgencias, emergencias y cuidados críticos
Editores: F. BARRANCO RUIZ
J. BLASCO MORILLA
A. MÉRIDA MORALES
M.A. MUÑOZ SANCHEZ
A. JAREÑO CHAUMEL
J. COZAR CARRASCO
R. GUERRERO PABON
J. GIL CEBRIAN
C. MARTÍN RUBÍ
J.C. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
Edición Electrónica
J. Gil Cebrián
R. Díaz-Alersi Rosety
Mª. Jesús Coma
Capítulo 12.1. Transporte de pacientes en Estado Crítico
2. TRANSPORTE INTRAHOSPITALARIO
2.1. INTRODUCCION
Aunque el desarrollo tecnológico de los últimos años ha
permitido una gran autonomía de trabajo dentro de las UCI, la misma
sofisticación de las nuevas tecnologías hace que muchos medios diagnósticos no
puedan ser trasladados hasta la propia cama del paciente y por tanto siga
siendo necesario el transporte de pacientes en estado crítico, especialmente
para la realización de pruebas diagnósticas.
El transporte intrahospitalario de pacientes críticos,
definido como el movimiento de pacientes en situación crítica dentro del propio
hospital, puede originarse desde distintas áreas del mismo. Aunque con mayor
frecuencia son los pacientes ingresados en UCI los que suelen ser movilizados
por distintos motivos fuera de la Unidad, también debemos considerar el
transporte que de este tipo de pacientes se origina desde urgencias y quirófano
hasta la propia UCI.
Las razones para movilizar a un paciente en estado crítico
desde una UCI pueden ser múltiples, pero fundamentalmente las indicaciones
principales suelen ser el traslado a quirófano y la realización de pruebas
diagnósticas, especialmente la realización de tomografía computarizada (para la
localización ya sea de focos sépticos, colecciones líquidas, lesiones
intracraneales, identificación de zonas de hemorragia, etc), ecografias, scan
de ventilación/perfusión, angiografias y resonancia magnética.
Del transporte intrahospitalario existen menos referencias
bibliográficas que del interhospitalario, y aunque en los últimos años han
aparecido algunos trabajos, se trata siempre de estudios que analizan aspectos
muy concretos del mismo y generalmente con series reducidas de enfermos.
Entre la bibliografía destacan los trabajos de Waddell,
que encuentra hasta un 20% de complicaciones en pacientes procedentes de
cuidados intensivos durante el transporte intrahospitalario. Indeck y
colaboradores, comunican que hasta un 68% de todos los pacientes
transportados en su estudio (103) experimentan cambios fisiológicos de más de
cinco minutos de duración durante el trayecto. Ehrenwerth y otros autores 4 han
mostrado que mientras que la frecuencia de incidencias durante el transporte es
moderada (50%), la severidad de éstas es baja. Smith y colaboradores,
encuentran hasta un 60% de complicaciones (extubaciones accidentales,
desconexión del respirador, desconexión de electrodos del monitor, interrupción
en la administración de drogas vasoactivas, etc) en traslados para
procedimientos programados y un 40% en traslados urgentes. Insel y otros
autores, encuentran hasta un 13% de morbilidad en pacientes postoperados
transportados desde quirófano a UCI.
Uno de los retos más importantes de la movilización de
pacientes en estado crítico es la gran diversidad de patologías que se pueden
trasladar y la variabilidad clínica que pueden presentar los pacientes a
trasladar. De esta forma, dado que este procedimiento no es inocuo ni falto de
complicaciones, es necesario antes de indicar la realización de un
procedimiento que lleve implícito un desplazamiento de un paciente, el valorar
el beneficio a obtener y el riesgo que conlleva el traslado para el paciente.
Indeck y col, documentan en su trabajo,como el 76% de los transportes
realizados de pacientes ingresados en UCI para pruebas diagnósticas no
resultaron en cambios en la terapéutica del paciente. Asimismo, destaca la
importancia que pueda tener la pérdida de personal médico y especialmente de
enfermería en la propia UCI durante el tiempo que dure el transporte, más aún
si éste es prolongado y la UCI cuenta con un reducido número de enfermeras.
Está ampliamente aceptado que el factor fundamental para
evitar la aparición de complicaciones que deriven en un aumento de la
morbilidad y mortalidad es una adecuada planificación, consistente en: 1)
estabilización previa del enfermo, 2) valoración de peligros potenciales y de
las necesidades individuales, 3) necesidad de monitorización, 4) preparación
del material y 5) mantenimiento de la vigilancia clínica y tratamiento
instaurado en UCI.
La alta frecuencia de este tipo de traslados indica la
conveniencia de desarrollar protocolos de transporte en cada UCI en función de las
patologías que se atiendan (coronarios, posquirúrgicos, neurointensivos,
etc...). Este protocolo puede incluir una clasificación por grupos de pacientes
basada en su estado clínico y en las necesidades de monitorización y soporte
terapeútico. Un primer grupo (Grupo I) estaría formado por pacientes en
situación hemodinámica estable con sólo la necesidad de monitorización básica.
En el Grupo II se incluirían aquellos pacientes en situación inestable que
requerirían monitorización invasiva (cateter arterial, pulmonar, PIC, etc..),
pulsioximetría y perfusión continua de fármacos. Por último, en el Grupo III
entrarían los pacientes del Grupo II con dependencia de ventilación mecánica.
2.2. FASES DEL TRANSPORTE
La dinámica del transporte intrahospitalario es muy similar
en líneas generales a la del transporte interhospitalario, aunque existen tres
claras diferencias: 1) Se trata normalmente de enfermos ya conocidos que podrán
ser trasladados, en la mayoría de los casos, por el propio personal de UCI. 2)
El tiempo de traslado es menor, lo que disminuye de manera proporcional los
riesgos, y 3) La capacidad y rapidez de intervención terapeútica es mayor al no
salir el paciente del propio hospital.
Durante el transporte intrahospitalario, independiente de la
razón del mismo, el objetivo es ofrecer los cuidados, monitorización,
tratamiento y capacidad de intervención que se tienen en una UCI. Para ello en
base a las necesidades individuales de cada paciente se dispondrá del personal
y material adecuados para cada transporte.
Es importante asimismo tener definidas las distintas fases
de realización del transporte intrahospitalario. Podemos dividir a éste en en
tres fases:
1. Fase de preparación: en la cual se determina una vez
conocidos el lugar, la distancia y el tiempo de traslado, las necesidades de
material y de personal, así como valorar las posibles complicaciones que puedan
aparecer. Se preparará el material a utilizar, revisando su correcto
funcionamiento, estado de las baterías, comprobación de botellas de oxígeno,
respirador de transporte y equipo auxiliar (laringoscopio, tubos
endotraqueales, etc.). Durante esta fase la atención clínica se centrará en la
estabilización del paciente previamente al traslado, tomando constantes
vitales, asegurando una tensión arterial estable, gases arteriales correctos,
especialmente si se encuentra en ventilación mecánica. Los pacientes que
dispongan de monitorización de la presión intracraneal (PIC) es conveniente el
mantenerla estable al menos durante dos horas previas al traslado. Igualmente
durante esta fase se asegurarán las líneas venosas, el tubo endotraqueal si lo
tuviera, sondas, drenajes, y se acondicionará la camilla de transporte, aunque
siempre que sea posible se utilizará la propia del paciente evitando así
cambios de cama propicios para causar complicaciones asociadas con el cambio de
cama tales como pérdida de la vía aérea, de vías venosas, etc.. Asimismo en
esta fase se abrirá la hoja de traslado, donde se recogerán los datos del
paciente, nombres del personal encargados de realizar el traslado, destino y
motivos del mismo, así como se anotarán las constantes vitales previas al
traslado.
2. Fase de transporte: Se tendrán protocolizados para esta
fase los controles a realizar al paciente en función del grupo a que
pertenezcan, monitorizando de forma seriada (es aconsejable cada 15 minutos)
los signos vitales (frecuencia cardiaca, tensión arterial, ritmo cardiaco), parámetros
de ventilación , saturación de oxígeno y nivel de conciencia, teniendo en
cuenta que la calidad de los cuidados ofrecidos durante el traslado tiene un
claro impacto sobre la aparición de complicaciones y el pronóstico. Es
necesario mantener una correcta coordinación durante el transporte para
facilitar el acceso al lugar de destino, controlando los ascensores a utilizar
, siendo más prácticos los que funcionan mediante llave, y estar en contacto
con el lugar de destino para que estén preparados para la llegada del paciente,
evitando esperas innecesarias que podrían causar complicaciones. Los objetivos
de esta fase son el de mantener una vigilancia óptima del paciente, realizando
una valoración seriada previamente establecida y un soporte adecuado de los
sistemas orgánicos en función de las necesidades de cada paciente.
3. Fase de regreso: una vez de vuelta el paciente a la UCI ,
se volverán a realizar controles de constantes vitales y si estuviese conectado
a un respirador es conveniente monitorizar los parámetros de ventilación y
realizar gasometría para valorar la situación actual del paciente. Se revisarán
las vías, drenajes, sondas, tubo endotraqueal, bombas de infusión, conexión a
monitor de pared, etc., dejando al paciente correctamente instalado en su cama o lugar donde se realizara el procedimiento.
Se terminarán de rellenar los datos de la gráfica de transporte, anotando las
incidencias que hubiesen ocurrido durante el mismo.
2.3. ALTERACIONES FISIOLÓGICAS ASOCIADAS AL TRANSPORTE
2.3.1. Cardiovasculares:
Los cambios cardiovasculares asociados al transporte de
pacientes críticos han sido estudiados por diversos autores, aunque sin
resultados comparables debido a la diferente metodología empleada y la variedad
de pacientes estudiados.
Taylor y colaboradores describen su experiencia en el
transporte de 50 pacientes con enfermedad cardiaca aguda. Cuarenta y dos de los
50 pacientes desarrollaron arritmias durante el transporte y de ellas en 22
pacientes fueron consideradas graves, requiriendo tratamiento inmediato. Ellos
concluyen que la monitorización de ECG es esencial en estos pacientes y
especulan sobre la posibilidad de que la movilización de los pacientes, por si
misma pueda predisponer a la aparición de arritmias.
Insel y otros autores estudian los cambios cardiovasculares
en 37 pacientes transportados a una UCI después de cirugía mayor general o
vascular, cirugía cardiaca o endarterectomía carotídea. Realizaron controles
desde 30 minutos antes del transporte hasta 30 minutos después de la llegada a
su destino. Durante este periodo de tiempo la presión arterial sistólica y
frecuencia cardíaca aumentaron significativamente sólo en pacientes postoperados
de cirugía mayor general/vascular o endarterectomía carotídea. Estos cambios
fueron atribuidos a la anestesia inhalatoria recibida por los pacientes
(isoflurano más oxido nitroso), considerando que el acto físico de transportar
y movilizar a los pacientes no fue el responsable de los cambios en la presión
arterial sistólica y frecuencia cardiaca. Concluyen que el transporte por si
mismo tiene poco impacto en la hemodinámica de los pacientes.
Hurst, y otros autores, estudian prospectivamente las
complicaciones aparecidas durante 100 transportes realizados de un grupo de 81
pacientes, comparándolos con un grupo control en la UCI. Encuentran cambios
fisiológicos en el 66% de los transportes con un total de 85 cambios,
demostrando igualmente que los pacientes en la UCI sufrieron cambios
fisiológicos en un 60% durante el mismo tiempo con un total de 79 cambios.
Estos resultados sugieren a los autores que los cambios que aparecen durante el
transporte en su mayor parte se deben a la propia severidad de la enfermedad y
no al transporte en sí mismo .
Indeck y Hurst, muestran en sus trabajos la relación directa
que existe entre el nivel de monitorización y la detección de complicaciones. A
mayor grado de monitorización más frecuentes alteraciones fisiológicas pueden
ser descubiertas, lo cual también puede originar mayor grado de intervención y
corrección precoz.
Indeck y colaboradores en la evaluación de 103 transportes
documentan hasta un total de 113 cambios importantes que requirieron
intervención durante el traslado.
Establecen, como hemos comentado anteriormente, que el nivel
de monitorización es esencial para descubrir las complicaciones durante el
transporte y que éste debe acercarse al máximo al ofrecido en UCI. Determinan
que muchos de los cambios ocurridos en los pacientes no pueden ser explicados
fácilmente, ya que los pacientes pueden tener alteraciones en la presión arterial
por discontinuidad en la infusión de drogas de forma accidental o por cambios
en la posición corporal durante el transporte, y cambios en la frecuencia
cardiaca y respiratoria como resultado de ansiedad, dolor o sedación.
Es por tanto todavía necesario realizar nuevos trabajos que
estudien si el transporte tiene por sí mismo un impacto significativo en la
producción de alteraciones cardiovasculares. Los trabajos hasta ahora
realizados concluyen que el transporte por sí mismo no causa alteraciones significativas
y que aunque los cambios fisiológicos son frecuentes durante éste, son también
frecuentes en los pacientes ingresados en la UCI, y esto sugiere que es la
propia gravedad de la enfermedad la que juega el papel principal más que el
propio movimiento del enfermo.
2.3.2. Respiratorias:
Una situación verdaderamente comprometida durante el
tratamiento del paciente crítico es el transporte de un paciente sometido a
ventilación mecánica. Debido a que una inadecuada ventilación puede causar hipoxemia
y cambios en el equilibrio acido-base, la ventilación juega un papel importante
en la aparición de complicaciones durante el traslado. Son varios los autores
que han estudiado los cambios hemodinámicos y respiratorios en pacientes
sometidos a ventilación, tanto manual como mecánica durante el transporte
intrahospitalario.
Braman y colaboradores realizaron un estudio prospectivo de
36 pacientes durante el transporte en ventilación mecánica. En los primeros 20
transportes los pacientes recibieron ventilación manual a través de bolsa y los
16 restantes mediante respirador portátil. De los primeros 20 traslados en
ventilación manual, en 15 hubo cambios clínicamente significativos comparados
con la situación basal, en 10 pacientes hiperventilación con alcalosis,
hipercapnia en 4 pacientes e hipotensión en 5 pacientes. En el grupo en
ventilación mecánica 7 pacientes tuvieron complicaciones significativas, 6 con
cambios en gases arteriales, 2 con hipotensión, 1 acidosis respiratoria y 1 con
alcalosis respiratoria con arritmia (RIVA).
Comparado el grupo manual con el grupo con respirador hay en
este último menos cambios con respecto al estado basal de los pacientes en
cuanto a pH y pCO2. Este estudio demuestra que cuando los pacientes en
ventilación mecánica son transportados mediante ventilación manual, los cambios
en los gases arteriales son frecuentes a pesar de que la ventilación manual fue
realizada por personal entrenado. La hiperventilación, causada tanto por
ventilación manual como por un respirador, pueden provocar atrapamiento aéreo e
hiperinsuflación pulmonar y aumento de la presión intratorácica causando
disminución del retorno venoso al corazón lo cual provoca hipotensión
sistémica. La alcalosis aumenta la irritabilidad cardiaca y predispone a alteraciones
del ritmo cardiaco, y la acidosis tiene efecto depresor miocárdico y puede ser
también arritmogénica. Concluyen los autores que una correcta monitorización
del volumen tidal, volumen minuto y CO2 espirado pueden evitar la aparición de
complicaciones, siendo recomendable el uso de respirador.
Gervais y colaboradores estudian tres modos de ventilación
durante el transporte de 30 pacientes conectados a ventilación mecánica usando
los gases sanguíneos para compararlos. Diez pacientes ventilados manualmente,
10 ventilados con respirador portátil con volumen minuto igual al suministrado
en UCI y 10 ventilados manualmente controlando el flujo espiratorio con un
espirómetro. Ellos determinan que la ventilación manual durante el transporte
sin controlar el volumen minuto conduce a hiperventilación con hipocapnia, que
la ventilación con respirador portátil (Oxylog ) no consigue ofrecer el volumen
minuto previamente establecido, este respirador siempre excedía el volumen
prescrito provocando hiperventilación, y que la ventilación ya sea manual o
mediante respirador con control del volumen minuto espirado mantiene los gases
sanguíneos en niveles adecuados.
Weg y Haas, realizaron un estudio para determinar si la
ventilación manual durante el transporte intrahospitalario de los pacientes
ventilados mecánicamente en UCI causan alteraciones en los gases sanguíneos y/o
anomalías hemodinámicas. Fueron estudiados 20 pacientes y concluyen que no hubo
diferencias en las complicaciones entre los dos grupos, afirmando a diferencia
de Braman que la ventilación manual durante el transporte intrahospitalario es
segura cuando se realiza mediante personal entrenado y conociendo previamente
las necesidades de FIO2 y volumen minuto, no siendo necesario el utilizar respiradores
portátiles, aunque en seleccionados pacientes (necesidad de FIO2 elevadas,
ventilación de más de 25 litros/minuto) puedan ser útiles el disponer de
respirador, monitor de CO2 y de O2.
Más recientemente en 1992 Hurst y otros autores en su
estudio de 100 transportes donde monitorizaron los gases sanguíneos, no
encontraron diferencias durante el transporte comparados a los gases de los
pacientes en UCI , sugiriendo que la naturaleza de la enfermedad del paciente
es más importante que el acto del transporte.
En 1995 Waydhas y colaboradores, comunican que durante la
realización de 49 transportes intrahospitalarios en 28 pacientes, todos
intubados y conectados a ventilación mecánica (Oxilog), en un 43% de los
transportes detectan un deterioro importante de la función respiratoria,
definida como una reducción del 20% o más en la relación PO2/FIO2; no obstante
este deterioro fué transitorio en la mayoría de los pacientes, en un 20% tardó
de 6 a 24 horas en retornar al nivel basal. Encuentran que la variable que más
se relaciona con este deterioro fué la ventilación previa con PEEP, no habiendo
aparentemente relación con la severidad de la enfermedad, edad, inicial pO2 o
tiempo de transporte. Finalmente, recomiendan utilizar para realizar el
transporte preferiblemente el mismo respirador que utiliza el paciente en la
UCI.
De los datos de la literatura podemos concluir que el
transporte de los pacientes ventilados artificialmente puede realizarse tanto
mediante ventilación manual con bolsa como mediante respirador, teniendo
siempre presente la necesidad de controlar el volumen minuto mediante
espirómetro para evitar especialmente el hiperventilar a los pacientes y la
aparición de hipocapnia. En aquellos pacientes que requieran una alta
ventilación minuto (> 25 l/min), una alta FIO2 o modalidades de ventilación
especiales (I:E inversa) es necesario contar con un respirador que pueda
ofrecer las mismas prestaciones que el que utiliza el paciente en UCI.
2.3.3. Neurológicas:
La mayoría de los pacientes que mueren por traumatismo
craneal lo hacen por daño isquémico cerebral, generalmente causado por daño
secundario como consecuencia de hipotensión, hipoxemia e hipertensión
intracraneal. El transporte intrahospitalario de pacientes con daño
intracraneal se hace más importante durante la fase inicial, especialmente en
el trayecto desde el área de urgencias a la sala de radiología para realizar
tomografías computerizadas u otras exploraciones radiológicas, o en el traslado
desde urgencias a UCI o quirófano.
Andrews y otros autores, estudian el daño secundario
durante el transporte intrahospitalario de 50 pacientes con traumatismo
craneal, 35 transportados desde UCI y 15 desde urgencias. De los 50 pacientes
estudiados 26 tenían una escala de Glasgow (GSC) de menos de ocho, 14 un GSC
entre 9-12 y 10 un trauma craneal menor asociado a otras lesiones. Las
variables fisiológicas fueron monitorizadas cada minuto en las cuatro horas
antes del transporte (solo en el grupo de UCI), durante el traslado y cuatro
horas después del traslado. Los resultados obtenidos muestran que durante 18
traslados desde UCI aparecieron 20 complicaciones (51% de los transportes)
(hipertensión arterial, hipertensión intracraneal, hipoxia e hipotensión);
previamente al traslado habían recogido 45complicaciones en 21 pacientes (60%
de los transportes) y 58 alteraciones después de 23 traslados (66% de los
transportes). El número de pacientes transportados que sufrieron complicaciones
durante o después del traslado no fue significativamente mayor que los que
padecieron complicaciones previas al transporte.
Las complicaciones aparecidas durante el transporte desde
urgencias fueron 7 en 7 pacientes (47% de los pacientes) y 34 alteraciones en
12 pacientes dentro de las cuatro horas después del transporte (80% de los
pacientes). En ambos grupos la proporción de pacientes que sufren daño
secundario durante el transporte fue similar (51% UCI y 47% urgencias). Después
del transporte la proporción de pacientes trasladados desde urgencias con
alteraciones (80%) fue mayor que la de los trasladados desde UCI (66%) a pesar
de similar índice de severidad. Esta diferencia la achacan a una posible
inadecuada resucitación de los pacientes en urgencias previamente al traslado,
( infusión de líquidos, analgesia o cambios en la ventilación), especialmente
en pacientes con múltiples lesiones. Concluyen que con una adecuada
monitorización con presiones invasivas, saturación de oxígeno, frecuencia
cardiaca, PIC, PAP y CO2 espirado, es posible ofrecer cuidados intensivos
adecuados durante el tralado de los pacientes con trauma craneal, y que las
complicaciones que aparecen habitualmente durante el transporte
intrahospitalario están asociadas con complicaciones que están presentes antes
y después del mismo. Recomiendan que los pacientes trasladados tanto desde UCI
como desde urgencias deben tener una correcta monitorización y que las
alteraciones fisiológicas deben ser corregidas previamente al traslado, siendo
esto especialmente importante en pacientes con altos índices de severidad y
aumentos de la presión intracraneal.
2.4. EQUIPO Y MATERIAL DE TRANSPORTE
En apartados anteriores hemos hecho referencia a las
necesidades de monitorización de los pacientes, desarrollando un protocolo que
clasifica a los pacientes en tres grupos de acuerdo a su estado clínico y nivel
de soporte terapeútico. Las características del personal que debe acompañar al
paciente durante el traslado variarán en función de los recursos de cada
hospital. Como norma general los pacientes clasificados como grupo I pueden ser
trasladados acompañados por una enfermera, siempre preferiblemente que sea la
misma que le atiende en planta, un paramedico y un camillero. Los pacientes
clasificados como grupos II y III consideramos que deben ser trasladados por un
equipo formados por un médico, enfermera, paramedico y camillero dadas las
características clínicas y la potencial inestabilidad que presentan estos
pacientes.
En cuanto al material de transporte básicamente es el mismo
que se utiliza para el transporte interhospitalario y para cuyas
características les remitimos a ese apartado.
2.5. CONCLUSIONES
Podemos concluir junto con Link 30 que cuando el transporte
intrahospitalario lo realiza un equipo entrenado y especializado en el
movimiento de pacientes, con una buena monitorización, las posibles
complicaciones que puedan aparecer durante el mismo se pueden prevenir,
mientras que una monitorización inadecuada favorece la aparición de
complicaciones. De igual forma aunque queda establecido que durante el
transporte son frecuentes la aparición de accidentes (desconexiones, pérdidas
de electrodos...) éstos son de poca importancia no afectando a los pacientes.
Especial atención hay que tener durante el transporte de pacientes en
ventilación mecánica, ya que suelen ser los de mayor complejidad y donde pueden
aparecer complicaciones más graves.
En definitiva, la decisión de transferir a un paciente desde
la seguridad de la UCI hasta otra dependencia del hospital, debe ser realizada
de acuerdo a un planteamiento estricto, valorando el riesgo/beneficio, y
teniendo en cuenta si esta decisión tendrá un efecto positivo en la evolución
del paciente.
COMENTARIO DR. LEOPOLDO AGUIRRE GALINDO
A pesar que se trata de un documento con estudio enfocado al área intra hospitalaria considero que los pasos aplican también a la extra hospitalaria, debido a que cada vez es mas utilizado el transporte de pacientes en estado critico tanto de hospital a hospital como de el lugar de un accidente a un hospital, es importante tomar en consideración los conceptos médicos del traslado de paciente critico ya sea terrestre, vía aérea, marítimo o pluvial.
Conclusiones: como lo indica la publicación, cada vez es más
frecuente la necesidad de trasladar pacientes en estado crítico de un hospital
a otro con mayor resolución o por algún estudio o procedimiento médico, y las
alteraciones fisiológicas que puede sufrir el paciente así como los incidentes
tienen muy alta probabilidad de suceder. Es también de suma importancia que los
padecimientos de dichos pacientes son muy variados así que debe tomarse en
consideración todas las posibles necesidades que cada paciente pudiera
presentar durante el traslado ya sea dentro de un hospital, fuera del hospital
ya se en traslado terrestre o incluso aéreo.
Uno de los factores más importantes es que el personal esté debidamente
entrenado y capacitado para este tipo de traslados y debe tomar en
consideración los siguientes aspectos: 1) estabilización previa del paciente,
2) valoración de peligros potenciales y de las necesidades individuales, 3)
necesidad de monitorización, 4) preparación del material y 5) mantenimiento de
la vigilancia clínica y tratamiento instaurado en UCI.
Las fases del traslado son: un vez conocidos el lugar de
traslado, la distancia y el tiempo se deberá pasar a la fase de preparación tanto
del paciente como del equipo, y anotar todas las necesidades, parámetros,
medicamentos , condiciones especiales del paciente, hojas de referencia,
estudios paraclínicos, recepción del paciente etc. Durante la fase de traslado
es de suma importancia estar comunicados con el lugar de recepción indicar
tiempo de arribo, el paciente deberá ser monitorizado constantemente y hacer
las anotaciones correspondientes, se deben evitar retrasos en todo momento y
seguir los protocolos de atención para el paciente en cada caso en especial.
Por último la fase de entrega recepción y regreso del personal, en dicha fase
se deberá verificar que el paciente sea entregado en las mejores condiciones,
checar junto con el personal de recepción los valores de la monitorización, los
medicamentos y dosis que fueron empleados, y que todos los tubos estén
permeables, así como la función de cada uno de ellos. El equipo médico será
retirado por el personal una vez que el otro equipo este correctamente
instalado y se realizaran chequeos para valorar la condición del paciente al
momento de la entrega. Una vez instalado el paciente se procederá a recuperar
el equipo y realizar entrega de la documentación necesaria.
Los cambios fisiológicos que se pueden presentar durante el
traslado pueden ser de tipo cardiológico lo cual puede ser valorado por la
monitorización continua y la prevención de las alteraciones estará dada por la
terapéutica médica, la cual será vigilada constantemente en cuanto al equipo
utilizado para su manejo como lo son catéteres permeables, equipos de infusión
de medicamentos etc. Otro cambio se puede presentar en la respiración, debido a
la utilización de insumos inadecuados para el trasporte del paciente crítico
estos cambios se pueden presentar en la frecuencia ventilatoria, oxigenación,
perfusión, pudiendo darnos acidosis, alcalosis tanto respiratoria como metabólica
etc. Por ultimo las complicaciones neurológicas que se presentan frecuentemente
en el paciente con traumatismo craneoencefálico, deben de cuidarse los cambios que pueden ser
súbitos en este tipo de pacientes por el tipo y tiempo de lesión, pudiendo ser
la hipertensión intracraneal, la hipoxia e isquemia , deberá ser estrictamente
monitorizado y trasladado por personal capacitado para identificar y resolver la
mayoría de las complicaciones.
En cuanto al equipo es preferible utilizar el mismo o con
las mismas características de las que el paciente se encuentra utilizando.
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